La cadena perpetua para violadores y asesinos de menores que de nuevo se
propone en Colombia podría tener unas consecuencias imprevistas, nada buenas, similares las que dieron lugar a la expresión El Efecto Cobra.
Todos
hemos visto a una Cobra, la serpiente. No hay que ser biólogo para
saber que es muy peligrosa. La siguiente es una anécdota sobre ésta
serpiente, ocurrida durante la ocupación británica de la India: El
gobierno Inglés estaba preocupado por la cantidad de muertos causados
por la picadura de la cobra. Se pensó e implementó una solución que
tenía cierta lógica: Le pagarían a las personas una cantidad de dinero
por cada cobra muerta que trajeran. No suena mal: Se crea un incentivo
económico, los ciudadanos contribuyen a solucionar un problema, y además
éstos se ganan unos pesos. Sin embargo, vino algo no tan bueno, algunas
personas empezaron a tener criaderos de cobras, luego las mataban y
finalmente cobraban el beneficio. Al gobierno británico no le gustó
mucho, se sintió burlado y dejó de pagar la recompensa. Pero entonces,
quienes habían criado cobras ya no tenían ningún interés en tenerlas por
más tiempo y las liberaron. Al final, la población de las cobras superó
en número a la cantidad que había al comienzo, antes de empezar a pagar
por cada cobra muerta. Lo que era un propósito "bueno" terminó no
siéndolo.
El efecto cobra es un ejemplo de un fenómeno más grande llamado "Ley de Consecuencias Imprevistas", que ocurre cuando se generan unos resultados, por lo general malos, que nunca fueron anticipados por quien realizó la acción.
Partamos de un supuesto y es que las personas somos racionales en términos económicos, es decir que actuamos de cierta manera sólo cuando los beneficios superan a los costos. Aplicar esa misma lógica a un criminal fue un enfoque original propuesto por Gary Becker (Economista que recibió el premio nobel en 1992, murió en 2014 y llevaba junto con Richard Posner un blog imprescindible que pueden ver aquí). Tener ese enfoque sobre el criminal nos lleva a pensar que éste comete su crimen si la utilidad que le reporta esto es superior al costo de cometerlo. Y por utilidad cabe cualquier cosa que le genere satisfacción, física o sicológica. Cuando hablamos de utilidad no hablamos solamente de dinero. Y por costo caben, igualmente, muchas cosas: No sólo la plata invertida para comprar un arma, sino también: a) La probabilidad de que lo capturen, y; b) La magnitud de la pena asociada al delito. Un criminal sabe, en mayor o menor medida, que ciertos delitos generan una mayor pena que otros. Y también tiene una percepción sobre que tal estamos en Colombia a la hora de agarrar a un criminal.
Estas dos variables, probabilidad de ser capturado y magnitud de la pena, son las que realmente tienen la posibilidad de disuadir a un delincuente de cometer un crimen. Si ambas son muy altas, cometer un delito será costoso; y si el costo supera a la utilidad no se comete el crimen. Sin embargo, debe haber sincronía entre ellas dos. De poco sirve una pena alta si la probabilidad de ser capturado es baja, y viceversa.
Y acá viene el factor clave que podría generar las consecuencias no deseadas, y es el hecho de imponer exactamente la misma pena tanto para violar como para matar. Hablemos de un criminal para quien violar le reporta cierta utilidad, digamos que matar hasta ese momento no le reporta ninguna. Este violador, con la nueva ley, no tiene que ser un genio para saber que si es capturado tendrá exactamente la misma pena que si hubiera matado. Y tampoco tiene que ser muy listo para querer reducir la probabilidad de ser atrapado. Para reducir esta probabilidad puede eliminar a la víctima de su violación, pues el principal testigo-víctima ya no podría señalarlo, identificarlo, acusarlo, etc. Y de todas formas, la magnitud de la pena será la misma si se hubiera quedado en la violación. Puede obtener la misma utilidad reduciendo los costos asociados a su crimen, a menos que matar le cause algún recelo moral, cosa que personalmente dudo. Un delincuente suficientemente cruel para violar a un menor, posiblemente sea lo suficientemente cruel para matar.
Entonces, podríamos llegar a ver que la tasa de homicidios asociados a violaciones aumentaría, cuando antes teníamos únicamente violaciones. Una clara consecuencia no deseada, creo yo.
El derecho le ha denominado a esto derecho penal simbólico, que no es más que creer que un aumento en la pena soluciona la criminalidad. Lo malo de esto es que no pasa de ser un símbolo insulso, incapaz de arreglar el problema real. Lo único que no es simbólico es lo que queda después, la frustración del público y la desconfianza en las instituciones. Esto es tan real como morir por causa de una víbora.
Notas:
Nota 1: Las consecuencias imprevistas no siempre son malas. A veces los resultados son buenos. A esto se le conoce como serendipia.
Nota 2: Quien esté interesado en la exposición de motivos del proyecto la puede consultar en: http://www.imprenta.gov.co/gacetap/gaceta.mostrar_documento?p_tipo=03&p_numero=204&p_consec=41280 . El texto del proyecto lo pueden ver en: http://marthavillalba.com/sites/default/files/2015/02/19/documentos/proyecto_de_acto_legislativo_numero_204_de_2015.pdf
Nota 3: El proyecto planteado modifica una norma constitucional y no llega a las especificidades de aclarar que la violación y el asesinato tendrán la misma pena. Pero sabemos que por ahí van las intenciones. Así es como se ha vendido la idea: http://www.eltiempo.com/politica/justicia/cadena-perpetua-para-violadores/15259195